París, la nueva capital de la acuarela europea
Durante el siglo XIX, París se consolidó como la capital del mercado artístico, atrayendo a pintores de todo el mundo, especialmente a aquellos españoles que buscaban seguir los pasos del exitoso Mariano Fortuny. La ciudad ofrecía un entorno único para los artistas, con prestigiosos profesores y eventos que no podían encontrarse en otros lugares, como Italia. A continuación, exploraremos cómo París se convirtió en un referente para los pintores españoles y cómo la acuarela vivió un auge inesperado durante este período.
París: un imán para los artistas aspañoles
Desde mediados del siglo XIX, París ya era un destino imprescindible para los estudiantes de arte españoles. La fama de muchos de sus profesores y la calidad de sus instituciones educativas la hacían particularmente atractiva. Además, los artistas eran bien recibidos en Francia, "precedidos por la fama de Fortuny", cuyo éxito no solo abría puertas, sino que generaba un interés especial por los pintores procedentes de España.
Los salones anuales, como los organizados por la Société d’aquarellistes français, eran "un aparador de las tendencias" del momento. Estos eventos ofrecían una oportunidad para que los pintores expusieran sus obras en un entorno altamente competitivo y comercial, algo que no era posible encontrar en Italia. Este fenómeno permitió que los pintores españoles se integraran en el círculo artístico de París con mayor facilidad.
La creación de sociedades de acuarelistas
Es común escuchar que la fundación de las sociedades de acuarelistas en Bélgica (1866) y Francia (1879) se inspiró en el ejemplo de la Old Water-Colour Society de Gran Bretaña, creada en 1804. Sin embargo, este argumento no se ajusta completamente al caso francés. En realidad, la Société d’aquarellistes français nació "gracias a la revitalización que supuso para el género la divulgación de la obra de Fortuny a través de las exposiciones que su marchante Goupil celebraba en París".
Artistas como Edouard Detaille y los hermanos Louis y Maurice Leloir, entre otros seguidores de Fortuny, estaban insatisfechos con el trato que recibían las obras sobre papel en el Salon de Bellas Artes. Este malestar fue lo que motivó la creación de una asociación que organizaría una "exposición anual especializada en el género". Así, la Société d’aquarellistes français se dedicó a fomentar y dignificar la acuarela como una forma de arte autónoma y respetada.
El comercio y el virtuosismo en las exposiciones de Acuarelas
Las exposiciones de la Société d’aquarellistes français, celebradas entre 1879 y 1896, fueron organizadas principalmente con fines comerciales. A menudo, las obras exhibidas caían en la repetición de temas y en un "virtuosismo estereotipado". Esto contrastaba con otras exposiciones europeas, como las que organizaba la Old Water-Colour Society, donde se ensalzaba "la frescura e improvisación" de las acuarelas, cualidades que comenzaban a equiparar este medio con la pintura al óleo en términos de prestigio.
De hecho, la Old Water-Colour Society, desde 1862, realizaba una exposición anual dedicada exclusivamente a bocetos y estudios en acuarela, que buscaba destacar la espontaneidad y rapidez del medio. Sin embargo, "curiosamente, aún tratándose de una exposición de bocetos y estudios", algunos críticos notaron que los artistas dedicaban semanas a la creación de obras que, en teoría, no debían ocupar más de un par de horas. Este fenómeno refleja la creciente importancia y reconocimiento que la acuarela fue ganando durante el siglo XIX.
París, como epicentro del arte en el siglo XIX, ofreció un entorno fértil para la expansión de nuevas corrientes artísticas, incluidas las desarrolladas por los pintores españoles que siguieron la estela de Fortuny. La acuarela, un medio inicialmente relegado, alcanzó un lugar destacado gracias a las sociedades y exposiciones especializadas que se organizaron en Francia y otros países europeos. No obstante, el arte comercial también tuvo su impacto en este género, llevando a una cierta estandarización de temas y técnicas en su evolución.